AUTOBIOGRAFÍA

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Quito, Pichincha, Ecuador
Asesor Comunicación Política. Comunicador Social y periodista. Consultor independiente en Relaciones Públicas, Marketing y Comunicación Política. Analista y asesor político en entidades gubernamentales. Docente e investigador universitario. Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central del Ecuador. Máster en Ciencia Política por FLACSO Ecuador. Doctor (c) Universidad de Salamanca, área de Ciencia Política y de la Administración. Líneas de investigación: Política y medios de comunicación. Análisis de redes sociales, comunicación política, Políticas Públicas de Comunicación. Cultura política. Identidades y discurso.

16 junio 2015

Cuando retroceder no es sinónimo de rectificar

Hace algún tiempo, en el 2010, en pleno boom de la Revolución Ciudadana, cuando todos estábamos fascinados de esa “nueva” forma de hacer política, escribí cuan efectivo resultaba el discurso y la práctica en la Revolución Ciudadana. Me refería a esa capacidad que tenía el gobierno para cumplir con sus objetivos, planteamientos y ofertas que incluso rebasaban la “demagogia” tradicional.

Han pasado casi 5 años desde aquellas reflexiones y la arena política ha cambiado radicalmente. El ambiente está cargado de muchos elementos para el más sesudo análisis que vaya más allá de las redes sociales y que fuera de sesgo político muestre una realidad que evite las confrontaciones ideológicas y aterricen en una realidad que muchos tienen temor a aceptar. El discurso gubernamental perdió efectividad?

El problema coyuntural de la política ecuatoriana se centró durante los últimos días en los intentos de aprobación de las Leyes de Herencias y de Plusvalía, proyectos enviados desde el Ejecutivo a la Asamblea, que causaron debate, molestia y enfrentamientos de sectores a favor y contra.

Ernesto Laclau afirmaba que los discursos son esa forma misma de la constitución de lo social,  porque permiten la articulación o desarticulación de diferentes elementos y solo se materializa cuando construye realidades. La pérdida de efectividad en el discurso y en la práctica ha perdido legitimidad y esa es la realidad.

Frente a este concepto Laclauniano, qué respuesta se puede dar cuando en medio de un espectáculo de tarima, vacío de contenido y cargado de apasionamiento, el Presidente de la República aprovecha “efectivamente” de un acto cívico - el cambio de guardia en el Palacio de Carondelet-, para visibilizar de manera insistente a sus enemigos, a aquellos que quieren desestabilizar su gobierno, aquellos cegados por un poder individual en contra de una “mayoría” que lo apoya.

El terreno “efectivo” para asegurar y justificar sus actos fue la Plaza Grande, un momento clave para señalar su posición “inclaudicable” frente a sus propuestas de Ley. Horas más tarde, en su “mensaje a la nación” – otro terreno válido pero menos apasionado-, cambió el sentido al verbo “ceder” y justificó la visita del Papá para que el país lo reciba en un ambiente de “paz, regocijo y reflexión”.

¿Ceder o retroceder? ¿Cuánto afecta esto a su credibilidad? Una respuesta frente al hecho es que sus discursos políticos los maneja bajo una lógica y una estructura determinada, que dependen mucho del contexto y de la situación en la que se desarrollan. Correa como actor político está en la posibilidad de articular diferentes lógicas, diferentes formas de expresar sus palabras. Frente a sus seguidores demostró que sus acciones son parte de un “ritual político” y apelan a la ideología revolucionaria encarnada en su institucionalidad.


Asimismo, justificó su idea de la erradicación de la inequidad en función del cristianismo, sancionando como “pecado social” a la desigualdad y motivó a un “diálogo” nacional con los sectores para tratar la Ley. Los ciudadanos aspiran y esperan que estas iniciativas se den, los cambios y sobre todo rectificaciones son urgentes y a la vez necesarias.